RECETAS

RECETAS
GALLO GALLINA Y GOLONDRINA

viernes, 21 de enero de 2011

ELCUMPLE

Este niño es que esta muy consentido y  es muy caprichoso.- Ayer estaba R. diciéndole: Mira M., prueba un poco del arroz que esta riquísimo, y las albondiguillas también , y M. la miraba y miraba la paletilla del conejo en el plato y decía: ¡Que no! ¡Que no!
      Porque es que a M. de más pequeño, en Tanger,  un moro le regalo un par de conejos, y como conejos que eran  empezaron el “triki triki” con tantas ganas que aquello se convirtió en una plaga, y el moro venga a matar conejos, y el caso es que no se sabe bien si es que comió tanto conejo o que le daban tanta pena que M. y su hermana les declararon la tregua de por vida - o sea lo mismo que los moros al cerdo - y ni se arriman a un guiso de conejo.
    Cuento esto, porque ayer fue el cumpleaños de M. y estuvimos en el Granaino, y a mí no se me ocurre gran cosa que escribir porque fue un día tan estupendo que sobran los comentarios, sobre todo por verle tan feliz, y es que a M. la gente le quiere y ayer estaba hasta guapo que a la luz de los faroles del comedor parecía a un actor alemán  de Hollywood que ahora no me acuerdo como se llama.
     Aquí, el termómetro para medir la simpatía de la gente está en la tienda del pueblo y cuando M. va a esos ultramarinos parece que llega allí la alegría como cuando la criada de Azorin se ponía una chistera las noches de verano y saltaba de luna en luna ( pero eso es otra historia)
     El caso es que llega M. a la tienda y empieza a charla con el ciego de la puerta, que no es ciego o a mi me parece que no lo es, y le mete la parrafada con ese acento andaluz que no se  le quita ni queriendo y después a la dueña  que es más bien reacia a la charla con cualquiera que no sea M y ésta la dice:
  -   M. mira que dulce mas bueno me han traído  - 
     Y M.: - Que no quiero ni mirarlo que al final me lo acabo llevando.
     Y de allí  se va al mostrador de  la charcutería,  y al dependiente:
  --Vamos a ver cómo me cortas el jamón que mira que te digo que me lo hagas en lonchas finas y tu , nada, que como te sale.
    Y así, tiene una broma y una palabra amable con  todos. Y hasta un día hizo reír al carnicero que se llama Pepe y al que M. estuvo llamándole Victor más de dos años sin que le dijera nada.
   Y es que M. gruñe poco y lo poco que gruñe lo gruñe en casa, que para que se tiene que enterar nadie de sus gruñidos.
      Y entonces, ayer, en el Granaino empiezan a darle regalos porque era su cumpleaños y BPP y MMM le regalan un jersey verde de cuello caja, muy bonito, que lo había tenido en las manos hace unos días en el Corte Inglés, y a M. se le pone una sonrisa de oreja a Oreja y después los otros le dan dos paquetes y a mí también uno, y uno de los paquetes es una lata de cinco litros de aceite supervirgen de color verde, preciosa, y el otro, una terrina de manteca colora con zurrapas de su pueblo (que en el mío las zurrapas son una cosa muy fea) y mi paquete con media docena de huevos escritos a lápiz, o sea un regalo con huevos como dijo PG y así al menos yo rasque algo.-
     Y por si fuera poco van su hermana y su sobrina( que aquello parecía una página de el Quijote) y le dan otros dos paquetes.- ¡Oye! Y yo con una cara de gilipollas que no veas.- Y uno de los paquetes con una radio Sanyo para escuchar en la cama y el otro con un jersey azul pero repe con el que llevaba M., uno de los del cocodrilo de verdad, y ya se sabe: ¡Que no importa!.- ¡Que lo puedes cambiar!.- ¡Que va con el tique! .-
       Y yo cada vez con más cara de tonto y M. cada vez más contento, sobre todo por la manteca coloraa que encima venia envuelta para regalo con un lazo y un pompón.
   Entonces yo voy y le digo: ¡Enséñales mi regalo!
    Y M. me mira y dice: ¿tu regalo?-¡ Ah, si!. Y se mete la mano al bolsillo de la camisa.- Y alguien dice: ¡Anda! ¡ Si lo lleva puesto!-       Y saca una mierdecilla de móvil que le había  dado yo el día anterior y que maldita la hora que se lo di, que para otra vez lo cojo y lo envuelvo con papel dorado y no se lo doy hasta el último momento, que pareció que le había dado un móvil viejo como cuando de niño me traían los Reyes cada año la misma pluma estilográfica.-
  Así que yo me quede con un poco cara de simplón pero muy contento porque M. se merece un día de cumpleaños como el de ayer y mucho mas.
   ¡Ah!  ¡Se me olvidaba!  M. cumplió ochenta años y nunca hubo unos ochenta años mejor cumplidos